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Mazda: una historia de éxito en el mundo de la competición

Mazda: una historia de éxito en el mundo de la competición
Martes, 27 de octubre de 2020

A lo largo de sus cien años de historia, Mazda pasó de hacer productos de corcho a convertirse en un fabricante de automóviles independiente, con éxito y presencia en todo el mundo. Para Mazda, la innovación técnica siempre ha sido un elemento central de su apuesta y nunca le ha dado miedo ponerla a prueba en el apasionante mundo de la competición.

Mazda ha sometido sus productos al escrutinio del público y los ha llevado al límite en las pistas de carreras o en el mundial de rallies ante duros rivales. Así es como ha validado su tecnología, como ha ido introduciendo sus coches en todo el mundo y como ha inspirado a innumerables equipos a competir con sus propios Mazda en carreras de todas las categorías. Esa vocación de no dejar nunca de cuestionar lo establecido ha llevado a Mazda a competir desde sus primeros pasos.

Cuando el industrial Jujiro Matsuda se hizo cargo de la Toyo Cork Kogyo Co., Ltd  hace ahora un siglo, la transformó en un fabricante de maquinaria industrial, enseguida vio una oportunidad de evolución para su empresa.

A finales de los años 20, las carreras de motos ya eran populares en Japón. La mayoría de las motos eran de importación o se ensamblaban en Japón con piezas importadas. Toyo Kogyo —que es como se llamaba Mazda por aquel entonces— decidió construir una motocicleta totalmente japonesa y empezó a trabajar en ella en 1929. En octubre de 1930 presentó un prototipo de motocicleta con 250 cc y motor de dos tiempos. Para sorpresa de propios y extraños, ganó su primera carrera venciendo a una Ariel de fabricación británica, una de las más rápidas y reputadas de la época.

La Toyo Kogyo fabricó otras 30 motocicletas en 1930. Sin embargo, por motivos comerciales, Matsuda decidió concentrar sus esfuerzos en el desarrollo del Mazda Go, un práctico motocarro de tres ruedas. De este modo, puso a la empresa en el sendero del éxito construyendo automóviles, no motocicletas, y el flirteo con las motos se quedó en una anécdota dentro de los cien años de historia de la marca. Eso sí, una anécdota que también supuso su primera victoria en la competición deportiva. 

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