Mazda: pasión por las expediciones épicas
A lo largo de sus cien años de historia, en los que Mazda ha pasado de ser un fabricante de productos de corcho para convertirse en una marca de automóviles de éxito a nivel mundial, la innovación en materia de ingeniería ha sido un elemento central desde sus comienzos. Mazda nunca ha tenido reparos en demostrar su capacidad técnica exponiendo sus productos al escrutinio público o sometiéndolos a prueba en las expediciones más exigentes, pioneras y ambiciosas. Todo, para demostrar la fiabilidad de sus vehículos.
Esta tradición de romper con lo establecido empezó con el primer vehículo que fabricó Mazda, un motocarro bautizado con el nombre de “Mazda-Go”. Después de abandonar en 1921 los productos derivados del corcho para dedicarse a la producción de maquinaria industrial, su presidente, Jujiro Matsuda, se dio cuenta de que la compañía tenía la experiencia necesaria para atender la nueva demanda de vehículos utilitarios de tres ruedas resultado del auge económico de Japón. El primer vehículo a motor que salió de la planta de Toyo Kogyo —que es como se llamaba Mazda por aquel entonces— ya tenía el germen de ese planteamiento innovador tan característico de la marca ya que, a diferencia de muchos de sus competidores, contaba con un revolucionario diferencial trasero y tenía marcha atrás.
El Mazda-GO modelo DA se presentó en octubre de 1931. Montaba un motor monocilíndrico de desarrollo propio, con 482 cm3, 9,4 CV y refrigerado por aire. El nombre “Mazda” hacía alusión tanto al apellido Matsuda como a Ahura Mazda, el dios persa de la luz, la sabiduría, la inteligencia y la armonía. Fue un gran éxito de ventas, y a esta primera versión le siguieron las variantes DB, DC y KC, más potentes.